LA INCREÍBLE VOZ DE DULCE PONTES CONQUISTA UNIVERSAL MUSIC FESTIVAL

DULCE PONTES / 26.06.2024

Melancolía, dramatismo o tristeza son conceptos irremediablemente ligados al fado, el género musical portugués por antonomasia, apreciado en todo el mundo y que tiene en Dulce Pontes a una de sus principales embajadoras. La cantante de Montijo –protagonista de la sexta jornada del Universal Music Festival 2024, celebrada anoche– no solo no reniega de ese carácter taciturno del fado, sino que lo acentúa y subraya en sus interpretaciones, consiguiendo extraer un plus de emociones entre el público.

Ante el patio de butacas del UMusic Hotel Teatro Albéniz extremó su puesta en escena y tensó al máximo sus cuerdas vocales. Nada de conservadurismo o medias tintas frente al micrófono, al fin y al cabo se trataba de celebrar 35 años de trabajo ininterrumpido, de reconocimiento global, de admiración rendida entre discípulos y continuadores. Y el público no tardó en percibir su entrega, para abrazarla durante las dos horas que duró el concierto.

Empezó sola bajo los focos, acompañándose al piano en “A minha barquinha” con una sencilla melodía. Desde el primer segundo del recital pudimos apreciar su exquisita modulación, su imponente proyección y su virtuosismo en la zona aguda de una tesitura vocal ultraterrena. Sentada frente al teclado, continúa con “La bohemia”, que interpreta en español, y con «Ondeia», una composición en la impresionan tanto su melisma como su control interpretativo.

Una vez entra en escena el trío de guitarras –portuguesa, española, eléctrica– más bajo y batería, aborda el siguiente tramo del show en clave atmosférica con “Cantiga da roda”, a la que sigue “Laranjinha” con la banda sumando poco a poco elementos rítmicos y armónicos en crescendo. Pero el tramo más emocionante del concierto se despliega en territorio del fado, con Amália Rodrigues como guía y números como “Não é desgraça ser pobre” o la tremenda historia de un amor tocado por la desgracia de “Maldiçao”. 

De nuevo con el quinteto a pleno rendimiento, sorprende con la parsimonia y ligereza de una “Sodade” en la que las tres guitarras solean por turnos, mientras Pontes baila con su sempiterna sonrisa dibujada en el rostro, antes de dar réplica a la base rítmica con un peculiar scat en el que caben el susurro y la onomatopeya dislocada, y en el que muestra su faceta más experimental, que la distingue en el universo de la música portuguesa desde hace años. Con “Meu amor sem Aranjuez”, su adaptación del “Concierto de Aranjuez” del Maestro Rodrigo, recibe la mayor ovación de la noche con el personal en pie y se emociona hasta las lágrimas. “Cançao do mar”, su tema más popular, con su reconocible estribillo instrumental, fue entonado por la mayoría y mostró su vertiente más pop. Fue el preludio de un bis en el que volvimos al fado con “Lágrima” antes de la festiva “Laurindinha”, apoteósico cierre que dejó una estela de satisfacción y asombro entre los afortunados asistentes a la velada.